miércoles, noviembre 01, 2006

"Tuum, Tuum, Tuum"

A mi gimnasio ya no va más El Corredor Loco. Supongo que un día, como Forrest Gump, simplemente se hartó de correr y ahora se dedica, sin culpa alguna, a tragar botes de Nutella, su verdadera vocación. Los demás miembros estamos contentos con esa decisión. Lós aparatos se ven ahora desocupados, limpios y secos de sudor. Sin embargo, y como prueba de que cuando Dios te cierra la puerta ya te está tapiando la ventana, hay un nuevo personaje que me está sacando canas verdes. Lo he llamado de distintas formas, según mi grado de tolerancia. A veces es "El Entrenador de Spinning", a veces es "El gay de las Bicis" pero las más de las ocasiones es "El Pinche Pendejo del Spinning". Este cabrón, a quien por comodidad abreviaré en "PPS", vive de robar mujeres en la crisis de la edad adulta haciéndoles creer que las entrena poderosamente. Lo que en realidad hace, es pedirles que pedaleen rápido en una bicicleta fija. Eso es todo. No hay más. Él habla de frecuencias, de niveles y de ritmos cardiacos, pero yo sólo veo que él les pide pedalear rápido y que ellas ignoran su petición. Él se ufana de dominar el ejercicio más extremo de todos, pero lo único que le veo extremo es la panzota. Grita, suda como vaca y pide pedaleos veloces pero, repito, todas sus alumnas lo mandan al carajo y pedalean al ritmo que les viene en gana. Todo esto a mí me tiene sin cuidado y en el fondo me divierte ver cómo se toman el pelo mutuamente. Sin embargo, no me hubiera tomado el tiempo para escribir acerca del PPS si no fuera porque tiene una manía que me saca de quicio: pone música pinche a todo volumen. Durante la hotra que dura su pinche entrenamiento, todo el gimnasio está obligado a oír su pinche punchis punchis a todo lo que da. Yo he huído de esa música desde hace una década, pero el PPS me obliga a escucharla, diariamente, durante una hora: "Tuum, Tuum, Tuum", retumba sin parar todo el gimnasio: "Tuum, Tuum, Tuum", las pesas se caen de su lugar; "Tuum, Tuum, Tuum", el hijo de puta le sube más. Alguna vez pedí a la encargada que le pidiera bajarle, pero lo único que hizo fue redirigir las bocinas hacia el area de la corredora... Mi área.
Durante toda esta semana había estado pensando en terribles venganzas contra el PPS, pero ayer desperté más tranquilo. Por algún motivo, me acordé de la época del corredor loco y pensé que con este tipo de cabrones, no hay más que la paciencia y la serenidad. Finalmente, sus vicios, esos desagradables hábitos, no son intencionales, sino más bien un fallido intento por tratar de agradar a los demás, sin calcular que su música no es del agrado de todos. Pensé que todo aquello más bien se trataba de una prueba de tolerancia. Lástima, pensé finalmente, que yo no tengo tolerancia para los pendejos, así que hoy reanudo mis planes de venganza.