Porristas de la mediocridad

El día que Tokio, San Francisco o Los Ángeles, ciudades realmente comprometidas con la hecatombe y la destrucción mundial, nos restrieguen en la cara un verdadero terremoto, uno altamente destructivo y aún más mortífero, no sólo se nos caerá la cara de vergüenza, sino que comprenderemos demasiado tarde que una nación es poderosa sólo en la medida en que no vive soñando con sus desgracias, sino que las tiene.
Sólo recuerden, porristas de la mediocridad, que mientras sigamos siendo un país que festeja las miniaturas, jamás nos llegarán las cosas grandes. Tal parece que estamos condenados a vivir, no como actores, sino como simples espectadores de las catástrofes de otros o, si acaso, cuando más, a vivir de glorias pasadas, como el terremoto del 85 que, en honor a la verdad, y esto hay que decirlo, sólo quedó en un buen intento, un chispazo, una llamarada de petate.
3 Comments:
bien dicho.
totalmente de acuerdo, no es neuras, es realidad.
Has dicho una verdad tan contundente que me he quedado sin habla.
Saludos.
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