jueves, mayo 18, 2006

EL VIEJO PLATICADOR

Don Ephraín es un buen hombre, conserje de mi edificio y poseedor de, al menos, dos cualidades distintivas. La primera, surge de hacerse llamar Efraín con ph... Don Ephraín. A él le gusta hacérselo notar a todos. La segunda cualidad de Don Ephraín es menos excéntrica pero más molesta: es muy platicador. Apenas lo ve a uno salir en la mañana, carrereado, con poco tiempo, llega y lo aborda: "¿Qué cree, Don D.? ¿Se acuerda que le conté que mi nieto estaba enfermo? ¿Pues qué le cuento...?" Etc. Don Ephraín, hay que decirlo, generalmente arranca con algo que parece muy sensible para él, pero realmente el colofón de su charla puede ser cualquier cosa, generalmente un abuso. De manera que cuando uno cede por fin y se detiene a escucharlo, Don Ephraín revienta el comentaro: "¿Entonces sí se acuerda de mi nieto? Pues fíjese que el sábado el chamaco jugó fútbol, viera qué bien lo hace... le chuta muy bien y no le sacatea a las patadas, etc." Entonces uno se da cuenta que ya cayó en los enredos de Don Ephraín, quien sabiéndolo, remata: "Y que se le rompen loz zapatitos. Entonces yo le quería pedir permiso para no venir mañana, para irle a comprar sus zapatitos". Uno, que ya le urge irse después de haber estado oyendo al abusivo viejo, le da entonces el permiso. En el peor escenario, Don Ephraín consigue un préstamo.

Yo ya he aprendido las maneras de Don Ephraín, pero cuando llegué al edificio, no sabía a lo que me enfrentaba, y sólo veía a los demás vecinos escondiéndose tras los coches, disimulando al pasar junto al viejo, dejándolo con el índice levantado y con la palabra en la boca. Ellos pasaban por el estacionamiento fingiendo llamadas en celulares de juguete y yo sólo pensaba que eran unos miserables. Sin embargo, repito... yo no conocía las maneras de Don Ephraín.

Por eso es que ahora, cuando salgo a mi trabajo por las mañanas, bajo muy sigiloso y me escondo tras las columnas del estacionamiento y si veo que el pinche viejo me descubre, corro descaradamente hasta mi coche, rezando por que el muy ladino, que va corriendo hacia el lado contrario, no me intercepte en el portón para contarme por enésima vez la historia de su nieto y sus pinches zapatitos de fútbol.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Si se trata de un viejo, es una gracia que invente historias para no perder su dignidad al tratar de conseguir una lana extra.

6:42 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

¿La misma historia? Qué madres...

10:16 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Pero qué haces cuando este viejo platicador no es el portero sino tu esposo? ¿Cómo huyes? jajaja
NORTH CAROLINA

6:49 p.m.  

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