miércoles, febrero 07, 2007

Es grosero el bocinazo

Ok. Alguien tiene que decirlo y me temo que seré yo: ¡Basta con enviar zumbidos por chat! Estoy hasta la madre de los que tratan de llamar la atención a bocinazos. Si uno se tarda un minuto en contestar el chat, por el motivo que sea, ahí están los zumbidos, luego luego: !!!TZZZZ!!! ¡¡¡TZZZ!!! Entras a ver qué pasó, a ver si es algo muy urgente y te das cuenta que sólo era: "¿Y entonces qué? Cuéntame algo... ah, ya ves... inche mamón, no contestas...". Porque ésa es otra. Generalmente los que mandan zumbidos son los que no traen nada pa chatear, nada pa decir. Sus pláticas suelen ser más o menos así:

"Quihubo... ¿qué haces? (...) ah... ¿y qué? ¿a quién has visto de la banda? (...) ¿A nadie? Chale... Y qué... ¿trabajando? (...) No, yo no... (QUÉ SORPRESA) acá nomás... y qué... ¿qué hay de nuevo? (...) (AQUÍ ENTRAN LOS ZUMBIDOS) ***!!!TZZZZ!!! !!!TZZZZ!!!*** (UNO CORRE A VER QUÉ PASA Y SE ENCUENTRA CON) "entonces qué? Cuéntame algo... ah, ya ves... inche mamón, no contestas...".

Compas, si uno se tarda en contestar no es porque le haga falta un pinche bocinazo pa reaccionar, o porque se esté distraido, sino porque se anda en chinga. Claro que también puede ser que su plática esté muy jodida y uno se esté haciendo pendejo. De cualquier manera, es grosero el bocinazo. ¿O qué? ¿A medio café uno le aplaude en la cara a su cuate cuando se tarda en hablar? No, verdad... ¿Uno le pega un pinche grito a mitad de la junta? "¡¡¡Contestaaaa!!!" Tampoco. Uno se espera, pacientemente a que el interlocutor hallé las palabras adecuadas y decida usarlas, si es que quiere. Y si esto no pasa, uno se chinga y ya, sin rencores ni zumbidos.

martes, febrero 06, 2007

De apariencia sencilla

De entre tantos trabajos que envidio, como el de encargado de objetos perdidos, director de casting de agencia de modelos o el de pollero (con los cuchillos y las tijerotas), sobresale uno: el de viene viene. Ah, qué buen trabajo es ése. Uno se para a la hora que le da la chingada gana, pone varias cubetas en la calle y cobra por quitarlas y dejar que se estacione la gente. Sin embargo, y haciéndole justicia a tan astuto empleo, hay que decir que el trabajo, aunque de apariencia sencilla, tiene su gracia, pues no sólo se trata de poner y quitar cubetas, sino también de menear un trapo y chiflar mientras se guía al estacionante. En el sobreentendido de que en este negocio no hay indicaciones obvias, al darlas es menester poner cara de circunstancia, como si todo fuera muy complicado y se estuviera enseñando al pendejo del conductor a usar la reversa por primera vez. Si hay varios cajones, se hace cara de que se está enseñando al pendejo a elegir un cajón y si sólo hay un cajón y sólo hay que meterse de frente, no importa, igual se hace cara de que se está guiando al pendejo a que se meta en ese cajón, en lugar de que choque contra un coche estacionado. Todo esto mientras se menea el trapo y se echan chiflidos. Afortunadamente --y para no hacer de este noble empleo algo agobiante-- al hacer todo esto no es necesario estar cerca del vehículo ni ver si el conductor lo está estacionando bien o si ya le dio un chingazo al coche de junto, sino que basta tener los huevos, como se dice popularmente, pa nomás chiflar y menear el trapo desde la esquina, donde se echa un taquito o se padrotea a una sirvienta, pues la cosa importante no es realmente ayudar, lo que se dice ayudar, sino nomás hacer como que se quiere ayudar y -esto es importante- que el conductor se entere de ello. Con eso basta. Entonces sí, cuando termina de estacionarse el caballero o la damita, es cuando se pone agotadora la cosa, pues hay que correr para exigirle el adelanto de veinte pesos por concepto de la ayuda y el futuro cuidado del carrito. Luego se discute un poco el porqué, se argumentan necedades y se hacen amenazas veladas, finalmente, colectar el dinero. El conductor amenaza con echar a la policía y uno sólo dice: "sí, sí, sí... lo que quieras". Terminada la faena, se regresa a la esquina por otro taquito o a seguir padroteando a la sirvienta. Y así todo el pinche día, cobrando de a veinte pesos los chiflidos.

lunes, febrero 05, 2007

Mi lista de 50 cosas sobrevaloradas

Haciendo mi esfuerzo por hacer de éste un mundo mejor, aporto aquí mi lista de 50 cosas sobrevaloradas; aquellas a las que los tontos, queriendo alabar el traje del emperador, han dado más valor del merecido, convirtiéndolas en verdaderos fraudes.
NOTA: Para una mejor lectura, y al estilo del maestro Lora, favor de agregar un "Qué hueva" después de cada enlistado.
1.- La manzana (excepto en jugo). 2.- El Circo del sol. 3.- Björk y sus berridos 4.-Bañarse diariamente. 5.- Zoé (cualquiera de sus discos). 6.- Bailar. 7.- El rock en general. 8.- Manejar con las dos manos. 9.- El Ipod de 80 gigas. 10.- La lucha libre. 11.- El Hummer. 12.- La ópera. 13.- Poner moños en los regalos. 14.- Los White Stripes. 15.- Querétaro. 16.- El cine de arte. 17.- Los bebés recién nacidos. 18.- Hablar con los vecinos. 19.- Los french poodles 20.- El vino tinto. 21.- Los cortometrajes mexicanos. 22.- Lupita Dalesio. 23.- La lengua francesa. 24.-La serie 24. 25.- El jazz. 26.- Diego Luna. 27.- Cualquier celular con teclado e internet. 28.-Los libros de Xavier Velasco. 29.- Los iconitos en el chat. 30.- El toreo. 31.- Los converse (Chuck Taylor). 32.-Los Sex Pistols. 33.- Los hermanos Bichir. 34.- La Colonia Condesa. 35.- Los grupos de Monterrey. 36.-Los dj's. 37.- Las computadoras mac. 38.-Los defensores de las computadoras mac. 39.- El canal 22 y sus documentales. 40.- La muerte del cazador de cocodrilos. 41.- Los jipis de Coyoacán. 42.- El festival Cervantino. 43.- Caminar por el campo. 44.- La ropa NaCo. 45.- Café Tacuba. 46.- Puerto Escondido. 47.- Trotar. 48.- Las ONGs. 49.- La visita del Papa a México en 1999. 50.- Las listas de cosas sobrevaloradas.

Esa estúpida generación

Cuando yo era chavo (frase que, por cierto, engloba en sí misma toda la antichavés posible) --le explicaba a mi buen amigo G.--, ligar era un asunto delicado.

G. había llegado a mí para contarme sus logros amorosos por internet pues, al parecer, había descubierto un cyber sitio muy acá, donde había hecho, en sus propias palabras "varios ligues". Pero yo no lo dejé hablar. No, al menos, sin antes haberle hecho una buena introducción al tema del amor, un poco para ubicarlo y que no fuera a darse un trancazo emocional y otro poco para hacerle ver que no hablaba con un novato, sino con un hombre fuertemente entrenado en dichos asuntos. Así fue que le confié que, en mis tiempos, el ligue era asunto serio, pues se tenía mucho en juego. Los círculos de amigos eran muy sólidos y muy permanentes y la imagen de uno ante ellos importaba en realidad. Hoy día, uno cambia de amigos como de calzones, pero entonces un error social era mácula que permanecía casi de por vida. De ahí que el declare era como un volado en el que te jugabas quedar como héroe o como imbécil; ya que se contaran hazañas de uno, ya que se burlaran del mismo a media pista de baile y por el resto de la vida. Entonces, la chava era Dulcinea única y preciosa que bien valía todos los sufrimientos, no como ahora --le machaqué a G.--, que más parece mercancía de cambio. Entonces, ligarse a la chava era empresa complicadísima, pero aún así --le insistí a mi joven amigo--, uno se la rifaba y aguantaba la tempestad, pues el sufrimiento era parte del gozo posterior. Uno estaba seguro de lo que hacía y buscaba las palabras precisas, los ofrecimientos adecuados, sopesaba pros y contras, buscaba el terreno apropiado y, finalmente, arremetía con hombría. Entonces, si bien es cierto que podía pasar cualquier cosa, lo importante era que se había actuado de acuerdo al antiguo y viril protocolo que, desde los tiempos en que el hombre se refinó y dejó de aventarse caca de árbol a árbol, había sido siempre el mismo. Pero, ahora... ¿Qué era eso de conocer chavas por Hi5 o Myspace? --le cuestioné a G., ahora sí adentrándome en la plática que él había sugerido-- ¿Qué era aquello de que, en lugar de apersonarse e ir a tomar un café, se mandaran iconitos cachondos por Msn? ¿De verdad prefieres que una chava se te encuere por Webcam a que lo haga en persona? ¿Es eso lo que quieres? Porque así es fácil --le recriminé-- ¡Valiente cortejo ése donde al primer día abusas de la confianza virtual que te da la computadora para decirle todas las cosas que jamás le dirías de frente! No, mano... a las relaciones de hoy les falta la cimentación que sólo da el contacto humano y déjame decirte que sin este necesario paso, cualquier relación carece del más mínimo futuro. No te fíes de las técnicas cybernéticas --le pedí a G--. No te fíes de la quimera del chat, de las imágenes por webcam, ni apuestes a una relación por computadora con la que jamás conseguirás...

--Me he acostado con 6 chavas en los últimos 15 días --interrumpió G.-- ¿Y tú?
Sobra decir que ni yo tenía ese record ni tampoco se lo iba a reconocer. Así que, en duelo de sonrisas, G. apagó su cigarro y se fue victorioso, dejándome en silencio, detestando furioso a toda su estúpida generación; esa estúpida generación de cínicos que no sólo la tiene tan pinche fácil, sino que encima, sabe que la tiene así.